con una copa de vino que me brindaste la noche, que, muerto de todas las hambres, ya me iba. Tú deambulabas, embriagada entre los cipreses, y serían mis lamentos, o la luna, pero el milagro hizo que pusieras aquel cristal sobre la piedra, y lo llenaras de líquido rojo, oloroso, vivo, que me sedujo como el sueño de un beso largo que llenara hasta mi garganta. Algo me nutria, al fin. Mi microbioma y el virus: no opción. De noche vuelves feliz, segura que indemne, en la NN, te llevaré a volar. Yo, débil y agradecido, vacunada te sueño. Y oigo en bucle, melodioso a Luis Miguel: el vino es mejor en tu boca, el vino es mejor en tu piel..